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Reportaje de Bangkok Bizarro: La cárcel y la vida de una Ladyboy in Tailandia


El relato empieza así... De la gente de Bangkok Bizarro:
He de reconocer que todo esto de las ladyboys es algo que me parece cuanto menos risueño. Tiene su miga, vamos. Y vivir en Tailandia y no meter el hocico en este mundillo es casi un pecado. Ya sea el hocico de forma figurada o el hocico con el que olemos hasta las trancas.
Lo de meterse hasta en las sábanas en dicho asunto depende de las preferencias de muchos. Yo a tanto no llego, más que nada por una cuestión fisiológica. Que en el gimnasio el de la ducha de al lado te gane en tamaño tiene un pase, pero que la compañera de cama gaste mayor manubrio que un servidor ya es demasiado.
Tamaños aparte, la movida de los ladyboys es algo que aporta mucha salsa a la vida en Bangkok. Son mujeres a veces más mujeres que las propias mujeres, pero además nunca saldrán corriendo en una pelea y se liarán a tortazos como cualquier tío. Les encanta el fútbol como a ti y lo mejor de todo: son capaces de ganarte a la Playstation.
La pena es que aún siendo Tailandia es el Reino de los ladyboys, nuestras amigas van un poco escasas en derechos. A efectos legales, son iguales que un hombre sólo por tener de hombre eso que ocultan en sus tangas recoge-pingas. Y eso causa situaciones dantescas. Como cuando una de estas bellas damiselas ha de ir a la cárcel.

¿Os imagináis lo que sería estar encerrado en prisión con un montón de bellacos malolientes y que entrase una de estas ladyboys emperifolladas y hermosas a la vista? En la dura vida carcelaria seguro que más de uno dejaría pasar por alto lo del tamaño del manubrio y apostaba por el amor kathoei.

Las ladyboys, a las cárceles de hombres


Sobre historias del tercer sexo en Tailandia hay demasiadas leyendas. Los hay que dicen haber visto cómo en los formularios de cualquier papeleo administrativo hay tres casillas para que las ladyboys. O que las kathoeis -como se llama al tercer sexo en tailandés- gozan de un estatus diferente. Pero sinceramente, más allá de los orinales para mear de pie en los lavabos de señoritas de los bares de Nana yo no he visto mucho trato especial.
En realidad tampoco importa demasiado. Las señoritas de entrepierna colgante cuando han de ir al gimnasio pueden cambiarse con el resto de señoritas de entrepierna que no cuelga y ellas se comportan como haría cualquier otra chica. No les van a poner orinales en todos los lavabos, que no toda Tailandia ha de ser como Nana.

Ladyboys en la cárcel
La llegada a la cárcel de hombres.

El meollo se complica cuando una de nuestras damiselas que no nacieron como damiselas se mete en un lío y ha de ir a la cárcel. Porque en prisión lo que miran es la casilla del género en el DNI y no los pechos del acusado. Así que las ladyboys van a la carcel de los malotes y no a la de las malotas.
Obviamente, esto causa situaciones de lo más dispares. Entre tantos machotes acusado de las más variopintas causas emergen algunas señoritas que, por norma, van perfectamente arregladas y cuidadas al extremo. Más de una mujer en la tierra donde yo nací tendría que aprender de ellas.
Luego está todo eso de las cárceles tailandesas y la mala fama que tienen. Y todas esas historias que alguien ha oído en boca de otro acerca de un amigo que fue parado en el aeropuerto con cocaína y que tuvo que ingresar al infierno de la prisión en Tailandia.
Seguramente la fama que tengan las cárceles tailandesas tenga buena base de veracidad. Que se lo digan a los lectores de ‘Damage Done’, el relato de un narcotraficante occidental que fue pillado en Bangkok y sufrió lo insufrible en prisión hace 35 años. Gran lectura que enamora a los mochileros que van de paso a Tailandia. Ya se sabe, nada mejor para reconfortarse en su creencia de que Occidente es el mejor lugar del mundo que leer algo que te demuestre que ese lugar al que has ido de vacaciones es peor que tu hogar.
Pero volvamos a lo nuestro. A nuestras queridas ladyboys la prisión quizás no les parezca un lugar tan malo.

Las únicas mujeres disponibles


Ladyboys en la prisión de Bangkok
En un torneo de boxeo en la cárcel, ¿quienes mejor que ellas para animar las peleas? Y sí, las tres tienen colita. Foto: Alexander Hotz / Coconuts Bangkok

Las cárceles tailandesas han tenido muy mala fama desde tiempos inmemoriales, ya que hace unas décadas el país estaba hecho unos zorros. La situación ha cambiado mucho, y si bien no es un lugar agradable, todo eso que se cuenta en ‘Damage Done’ de que la única comida al alcance eran ratas y cucarachas ya pasó a la historia.
Aunque la cárcel tailandesa no es ningún hotel y la vida puede ser dura, obviamente. Por ejemplo, se paga alquiler si quieres una celda digna o si no vas a las comunales.
Y ya hemos dicho que nuestras chicas que antes fueron chicos van a la cárcel de los que siempre fueron chicos. Y ahí viene lo mejor del asunto. Que a las ladyboys a veces les encanta llegar a la cárcel.

Ladyboy ama la prisión en Tailandia
Créditos: Bangkok Post

“Te escribo para decirte que estoy genial. Aunque diez años puedan parecer un montón de tiempo… estoy disfrutando cada momento de mi estancia aquí“. Son las palabras de una ladyboy en una prisión de Phuket, en un artículo que publicó el diario Phuket Wan este año.
Porque las ladyboys a veces tienen unas vidas muy duras en el exterior. Vale, Tailandia es el país que mejor lleva lo del travestismo, pero una ladyboy es siempre una mujer de segunda, acostumbrada a las bromas y a que la miren de reojo. Por muy bella que sea. Están en trabajos de cara al público, las ves enfundadas en trajes en algunas de las mejores oficinas, son fantásticas como peluqueras. Pero lo de encontrar el amor es más difícil.
En prisión, en cambio, es diferente. Es una cuestión de oferta y demanda. Igual que las feas se dan un festín en una discoteca de barriada española en las que suelen haber ocho hombres por cada mujer, las ladyboys cambian de estatus al llegar a prisión. Ya no han de competir con las bellas tailandesas. Pasan a ser las únicas mujeres disponibles.
Y vaya si son las reinas. ¿Qué mejor ejemplo que la foto de unas líneas más arriba? Allí vemos a nuestras amigas vestidas de animadoras de boxeo. Las tres son ladyboys animando un torneo de boxeo tailandés carcelario que se celebró en Bangkok. A falta de pan, buenas son las salchichas.
No es el único acontecimiento. Cada vez que en prisión hay que celebrar algo, nuestras ladyboys hacen de mujeres. Pasa lo mismo en prisiones de mujeres, donde los tomboys -que son chicas que se convierten en chico- son los reyes de la fiesta. La diversidad sexual de Tailandia es más enrevesada que la variedad de distintas recetas españolas para hacer una paella.

Amor tras los barrotes


Ladyboys en prisión Tailandia
En Filipinas, el segundo país con mayor presencia de ladyboys, ocurre algo similar en las cárceles. Aquí un espectáculo de variedades carcelero que requirió del servicio de nuestras señoritas. Fotos: Joseph A Ferris III

Ante dicho panorama, es normal encontrar el amor entre barrotes para nuestras ladyboys. El vicepresidente del colectivo LGBT en Bangkok contó al diario Bangkok Post que ha visto “numerosos casos donde los presos travestidos encontraron relaciones estables y duraderas en prisión”, y que “por eso muchas ladyboys que han sido liberadas buscan una forma de volver a prisión nuevamente“. Al fin y al cabo, “sus vidas son más felices allí”.
“Me he preguntado muchas veces cómo alguien puede disfrutar de la vida en la cárcel, donde todo está restringido, y mi respuesta es clara: las ladyboys se sienten mucho más respetadas como seres humanos en prisión“, explica la representante del colectivo LGBT tailandés. Un colectivo que en tierras siamesas podemos imaginar ha de ser de un tamaño enorme.
Por supuesto, nuestra mujer de la liga LGBT es una ladyboy y dice que ha sufrido “de todo, desde estar involucrada en el comercio sexual, el mundo de las drogas y otras actividades criminales“. Incluso dice que hay mucho crimen alrededor de las mujeres convertidas.
En cualquier caso, hay un dicho entre ladyboys que se aplica también en la cárcel. Cuando una ladyboy está enamorada, lo grita a los cuatro vientos con más fuerza que cualquier otra persona. Por eso quizás en las cárceles tailandesas es normal escuchar ensordecedores gritos a las tantas de la madrugada.
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Tomado de Bangkok: Bizzarro del artículo: La cárcel, ¿donde una ladyboy encuentra el amor? - publicado el 30/10/2013

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